Las tendencias señalan que se busca una mayor personalización de los productos, alimentos más saludables, mayor rapidez de llegar al mercado e incremento de la regulación.
Esto se traduce en una mayor planificación de la producción, flexibilizándola y obteniendo su trazabilidad, la implantación de sensores avanzados en procesos alimentarios, capaces de controlar la calidad, medir cantidades, temperaturas, niveles y reducir los tiempos, para optimizar el proceso, garantizar la calidad del producto, pesaje móvil y llegar al cliente final cuanto antes.